martes, 30 de noviembre de 2010

Estados Unidos a través de los ojos de Jacob Holdt

Esta semana os proponemos realizar un viaje por Estados Unidos un tanto especial. En vez de cruzar el charco para descubrir los secretos de alguna ciudad americana, nos desplazamos a Aarhus, una pequeña localidad danesa desde donde realizaremos un apasionante recorrido por los Estados Unidos de los años setenta de la mano del fotógrafo Jacob Holdt.

Jacob Holdt es un danés más bien hippie que recorrió casi 130.000 kilómetros en autostop por todo Estados Unidos relacionándose con prostitutas, gangsters, drogadictos y miembros del Ku Kux Klan. CSu trabajo quedó recogido en el libro “American Pictures”, que puede verse en la galería de fotos (en inglés) de su página web, y parte de su obra se expone actualmente en el Lousiana Museum of Modern Art (Copenhague) y el AROS Aarhus Kunstmuseum bajo el título de "Faith, Hope and Love".

Fue en el AROS Museum (en inglés) donde tuve el placer de disfrutar de esta brillante exposición hace ya algunos meses.

Nada más poner un pie en la segunda planta del museo, este genio de la fotografía nos hace sumergirnos en el sueño americano, descubriendo casi al instante que una de sus caras es aterradora.

Todas las fotografías están cuidadosamente organizadas en diferentes secciones, por lo que al entrar en cada una de las salas en las que se divide la exposición entramos de lleno en una historia, una historia real con personajes de verdad que han dejado captar su intimidad, en la mayoría de los casos sobrecogedora.

La exposición está compuesta por tantas imágenes, todas ellas tan desconcertantes, que me resulta realmente difícil hacer mención sólo a unas pocas. Amor, armas, muerte y racismo son algunos de los temas sobre los que se centran las historias que nos transmite el autor. Y es que, se nota que para Jacob Holdt las fotografías no son nada sin las historias que hay detrás de ellas.

Tras llevar un rato recorriendo las blancas y espaciosas salas en las que se localiza la exposición, me encuentro en la sección dedicada a las armas frente a una impactante imagen de un cadáver tendido en el suelo nada más haber recibido un balazo. Al leer la explicación del autor descubro que todo sucedió una noche en la que éste salió a jugar al billar con un amigo en Nueva Orleans. Tras ver que su amigo no regresaba después de que hubiera salido un momento a la calle, Holdt decidió ir a buscarle, encontrándose con que acababa de asesinar sin ningún motivo al hombre que aparece en la fotografía.

Todavía sobrecogida por la imagen del cadáver tendido en el suelo, llego a una sección titulada “John. La verdad es que las imágenes no son asombrosas, parecen recoger la vida de cualquier familia americana de la época. Pero, sin embargo, decido leer la historia que se esconde detrás de las ellas:

Una noche Holdt se topó con un autoestopista al que decidió recoger en su coche. Durante el trayecto éste le contó, inexplicablemente, que él y sus hermanos habían matado a tantas personas de raza negra que no podrían ni siquiera contarlas. Para comprobar la veracidad de la historia, el fotógrafo decidió volver cinco años más tarde a su casa, donde conoció a todos los hermanos y sobrinos. Así descubrió que se trataba de una familia de asesinos educados generación tras generación en el odio a las personas de raza negra. Para la última visita que realizó en 2005, todos habían pasado por la cárcel o habían sido asesinados.


Lo que más me llamó y me sigue llamando la atención es cómo pudo Holdt tener acceso a todas estas historias, cómo consiguió que los protagonistas le abrieran sus vidas, llegándole a considerar un amigo en muchos casos. Pues bien, su secreto reside, según sus propias palabras, en "no criticar a los demás en sus propias casas" y tratar de ayudarles en todo lo posible. "Sólo así te puedes llegar a ganar la confianza de la gente", afirma.

Éstas son solo algunas de las historias que recuerdo de la exposición en la que, sala tras sala, fui sumergiéndome en la cara más amarga y violenta del “sueño americano”. Pero, lógicamente, leerlo no es lo mismo que verlo, así que os recomiendo que si alguna vez tenéis la oportunidad, no dudéis en visitar esta exposición del genial contador de historias Jacob Holdt.

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